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sábado, 19 de marzo de 2011

Con “TEXTOS” del Otro…





Llegada de un mensaje del canalla. “KA-nalla”, es lo que simplemente ella grita frente al tel. Retomando la idea del canalla y de la canallada, hay que remitirse justamente a la idea de la canallada según lo que dice el bienhechor Lacan.

Dice Lacan acerca de la posición del canalla: "proponerse como Otro del Otro para manipular el deseo de los demás". De ahí, entonces que me sea un tanto dificultoso contestarle a la señora CoCa Sarli con todas esas lolas tan grandes Qué-desea-el-canalla-de-ella. Para tratar de encontrar una respuesta en el día me pongo a investigar. Investigar es indagar para mí. Investigar forma parte de un paradigma en donde diferentes nociones se empiezan a juntar para articular una idea. Será la Luna Llena. Será que estamos en pleno perigeo y que justamente por eso me parece que las mareas se me vienen subiendo. Que se va a producir la OLA más grande y que en definitiva quiero aprovechar la ola a la que estoy subida para surfear aunque sea para mirar de manera-analítica-lo-que-pasa.

Busco información. Encuentro que al intentar conceptualizar la posición canalla el problema que surge inmediatamente es que "canallada" y "canalla" son nociones en Lacan usa muy discretamente. No obstante, hay una referencia cierta en El reverso del psicoanálisis donde otorga la siguiente definición: toda canallada se basa en querer ser el Otro del Otro de alguien para manipular sus deseos. En consecuencia, el canalla proclama la verdad desde el lugar del Otro para operar sobre los deseos de los otros. Ajá, entiendo. Proclama la verdad del Otro. Pero el tema es que para el canalla, el Otro no existe es NADA. Okey, esta es mi hipótesis. El canalla capta el deseo del otro y lo manipula. Capta justamente el deseo y se predispone como ese gran Otro del sujeto y le hace creer que justamente ES su deseo. Claro que lo realiza no sin antes tantear. No actúa de manera directa, es el ladrón de guante blanco, no hace nada sino hace que los demás actúen para él. En eso, me viene a la cabeza una hermosa metáfora de lo que es el canalla para mí: “Un sultán desea a una bailarina. Ella se sabe objeto del deseo del sultán. Un día el sultán la elige para hacer la danza de los siete velos. Ella se atavia como una reina. Se viste bellamente y baila. Él aplaude, y sonriente grita “Más”. Ella danza y danza y comienza a sacarse los velos. Uno por uno. Él aplaude, y sonriente grita “Más”. La bailarina se queda sin velos. Él aplaude, y sonriente grita “Más”. La bailarina se desnuda y sigue bailando frente a él. Él aplaude, y sonriente grita “Más”. La bailarina se quita la piel, y la arroja con los velos. Él aplaude, y sonriente grita “Más”. La bailarina se arranca los pedazos de su carne y se los arroja. Él aplaude, y sonriente grita “Más”. La bailarina sigue arrancándose la carne de su cuerpo hasta que queda en huesos. Él aplaude, y sonriente grita “Más”. La bailarina no puede bailar más. Y los huesos caen frente a él. Ya no hay más nada que quitarse. Él aplaude, y sonriente grita “Más””

Claro que de eso no se habla. No se habla de la bailarina. Se habla de la posición del sultán quien sabiendo que ella es deseante, se aproxima a pedir la totalidad del otro. La canallada es que la bailarina ya no puede seguir haciéndose objeto. La canallada del otro es justamente ser ese que de repente inmune, inmóvil e incierto capta justamente ‘la falta de’ para constituirse ese Otro que en definitiva obtiene los pedazos de carne para satisfacerse felizmente y seguir pidiendo más y más y más. No es lograr algo por sí mismo, no es mudarse de (por ejemplo) lugar, sino que tiene que ver con dejar al otro en la posición de la incertidumbre de estar o no en la calle.
El punto de la canallada trae la cuestión de la confianza y la desconfianza. Porque si uno es consciente de la manipulación entonces no hay verdades sino puros saberes ordenados y sistemáticamente organizados para ser ‘conjurados’, es entonces que el sujeto contemporáneo manifiesta una desconfianza cínica hacia toda ideología pública, pero se deja llevar, sin contradicción, por fantasmas paranoicos de supuestas conspiraciones políticas, económicas o religiosas, - por ejemplo: el SIDA es resultado de un laboratorio secreto de la CIA, los francomasones dominan el mundo , las personas no son reales sino existen en una realidad paralela y cibernética en donde cada quien no es más que un virus de computadora- y así la desconfianza en el Otro termina en la confianza en el Otro del Otro invisible e impenetrable que maneja los hilos del mundo. Interesante la idea de manejar los hilos cual tejido de Aracne, (chiste interno, hay nombres censurados o reprimidos por mi parte benévola ).

Por otro lado, En “Les non dupes errent” Lacan denomina canallas a aquellos que no creen demasiado en la verdad. Hay aquí dos términos afectados: creencia y verdad. Cada vez que nos encontramos ante un modo canalla, se puede verificar que la relación de aquel con la creencia y la verdad se halla en déficit, yo creo que tiene que ver con la imposibilidad de algo sea certero para quien se halla en deficiencia de consistencia consigo mismo. Es como si de repente, nos encontráramos a la par de Ulises y le demandáramos que dejase de decir mentiras. Y hablando de analogías, no dejo de pensar en los sujetos de las novelas de Sade, “Justine” o “Juliette” que en definitiva, destrozan a esas mujeres pero en la realidad, el goce está con su posición libertina. A propósito del El sobrino de Rameau de Diderot, J.-A. Miller extrae las siguientes frases de la obra: “Abandono mi espíritu a todo libertinaje” y “Mis pensamientos son mis rameras”, para señalar que el libertinaje “Es gozar, sin duda, pero gozar sin ser esclavo de ese goce. Por el contrario, es ser amo de ese goce. Es en cierto modo, amar su pulsión en la indiferencia del objeto, uno u otro. Es esencialmente, no casarse con ningún pensamiento, sino extraer de cada uno una satisfacción que no encadena”. Es una idea que ilumina de modo ejemplar la posición canalla.
No hay dudas, al negar toda implicación con la culpa y la responsabilidad, (‘la culpa la tiene el que le dio tu teléfono a quien te llamó, no es mía’/ ‘el Otro es el que no te cuidó’, etc) la posición canalla resulta antinómica a la rectificación subjetiva; justamente, un rasgo característico del canalla es que "siempre se inventa disculpas para todo" (‘Síntoma del golpeador’ lo llamo, el tipo que faja a una mina y al toque le pide disculpas porque en realidad ELLA es la que lo pone loquito y agresivo) presa de su egolatrismo crean situaciones como la de la ‘AMISTAD RARA QUE NOS UNE ME GUSTA Y MUCHO’ es la vileza más pura en el caso del egoísmo para quien no desea nada más que satisfacción de un momento ya que CREMONA.NET está ausente de forma inmediata (o mediata) y de repente es necesario un FALO para sostener eso que nadie se anima a sostener. Es en ese egoísmo, un canalla que siempre encuentra justificaciones para sus actos sin culpa ni responsabilidad alguna, puede ser perfectamente compatible con la normalidad social y política. Resulta frecuente que el canalla se enmascare detrás de una autoridad en la que no cree y desde allí comenzar a ejercer una influencia sobre el otro. Ciertamente, los individuos manipuladores del deseo no se corresponden con el delincuente común ni el asesino criminal sino con predicadores, dirigentes, terapeutas etc. Al respecto, puede distinguirse al pequeño y ambicioso canalla inmerso en una lógica de éxito y fracaso, de un canalla mayor que, sobre el derrumbe del deseo propio y ajeno, se entrama en el ejercicio del poder para manejar las realidades de los otros. Y como afirman, el perfecto canalla es un Stalin, el hombre de acero, intocable, cerrado sobre sí mismo, sin escrúpulos ni decencia, sin vacilación ni falta en ser. Desde luego, el esplendor del canalla y su brillo maléfico provienen de no aceptar ni al Otro con mayúsculas, que no es más que una ficción, ni a los otros, que no valen nada. Porque en sí mismo ÉL NO VALE NADA.

Entonces ella deja salir su parte femenina. Su minita que lleva dentro y decidida a terminar con toda la canallada junta. Toma el fetiche y lo mira. Terminar con los animalitos. Terminar con la ficción. Se ausenta como hace Kalipso en la cueva de sí misma, luego de dejar a Ulises para que vuelva con su amada Penélope. Pero lo que nadie sabe es que Kalipso Kirké Khorizontés decidieron aliarse, todas juntas en devolverlo a la realidad con moño y caja de acetato. Tomaron entre todas un fetiche y colocaron dentro de la boca del fetichito todos sus más íntimos miedos y todo el pasado vivido con el mentiroso y manipulador Ulises. Y lo quemaron. Sí, lo quemaron. Para que de las cenizas esta vez no se escape, porque está la LUNA LLENA de testigo y porque sólo hay oportunidades cada dieciocho años para que uno pueda extirparse eso que de repente, es una ola a la que una está subida.

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