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miércoles, 8 de septiembre de 2010

SUNTZUNEO Y PIERDO, LAOTSESEO Y ENCUENTRO...CONTRADICCIONES DEL DÍA...




Mucho tiempo atrás, un general chino llamado Sun Tzu escribió el primer tratado de la guerra. Ese libro fue leído, releído y relamido por más de uno que se creyó poseedor de la táctica y la estrategia de la guerra, pensando que es un arte. Sun Tzu llegó a mi biblioteca uno de los domingos de canje en que íbamos con Chiche. Ni él sabía lo que compraba, ni yo sabía lo que leía. En el 94’ no tenía sentido nada de lo que decía. La vida era otra cosa, la “guerra” era algo lejano que se veía en la tele y la guerra cotidiana obligaba a que metiésemos la cabeza como avestruz. Los consejos de Tzu me llegaron a los dieciocho, cuando tuve la primer desilusión: alguien que se fue y que cruzó un océano y no del tiempo…para no sufrir. Fue ahí donde jugué por primera vez al Teg. Y ahí por primera vez entendí que el campo de batalla no siempre es real, sino que puede ser altamente ficcional, y de hecho es la vida cotidiana la que se me presentaba como tal. Entonces el Arte de la guerra vino a suplir la tristeza, el enojo que tuve con aquél que se fue, con el que partió.
Veinticinco siglos tiene ese libro. En el mundo de las finanzas y de los negocios. En el mundo de aquellos que estamos hartos de perder siempre, nos identificamos y nos reconocemos en las palabras siguientes:

• Si eres capaz, finge incapacidad. (tópico de la falsa modestia)
• Si eres fuerte, exhibe debilidad. (mutatis mutandi)
• Cuando estés cerca, simula que estás lejos. (similis similia curantur)
• No ataques nunca donde el enemigo es poderoso. (ca-gas-te)
• Evita siempre (E-vi-ta) siempre el combate que no puedas ganar.
• Si estás en inferioridad de condiciones, retírate. ( y si arde la herida, también)
• Si el enemigo está unido, divídelo (y reinarás!)
• Avanza cuando no te espere y por donde menos te espere, lanza tu ataque.
• Para conocer al enemigo, conócete. (nosce te ipsum)

Años teniendo a Tzu como libro de cabecera. Años creyendo ciegamente en que todo es combate. Desde la militancia, desde la cursada, y desde todos los aspectos de la vida. Llevé adelante una vida de estructura de organización y esquema táctico. Cuando las estructuras se nos van, cuando las estrategias no alcanzan y cuando me miro al espejo y veo que la vida es mucho más simple, y más necesaria de pasar lindos momentos. Cuando nos damos cuenta de que es demasiado esfuerzo estar pensando todo el tiempo en organización y en estrategia, olvidando los lindos momentos, es ahí donde uno termina cayendo en que estaba un poquitín errado este chinito. Yo ya no me quiero pelear más conmigo misma ni con el resto del planeta. Es en el camino de la contradicción donde se encuentra el lugar donde agua y fuego se funden. El lugar es secreto, nadie podría encontrarlo con la vía racional. Es en la pura contradicción del ser donde se encuentra el todo y la nada. Donde uno es uno pero también es muchos y es ninguno. La vida y la muerte. Lo cercano y lo lejano. Y el antes y el después. La contradicción dice algo contrario a lo esperado. Son los extremos. Necesarios para entendernos y comprendernos. Pero suficientemente fuertes como para arrastrarnos. En un momento encuentro algo lindo de Lao Tsé, un filosofíto aldeano. Era un tipito de esos que uno piensa que es medio tonto por su simpleza, acostumbrados a como estamos en la totalidad y en la grandiosidad de las ideas. Este tipo se dio cuenta de que no tenía sentido la guerra. Que todo aquel tratado de Tzu era porque quizás era un poco gris y de repente no se puso a ‘conocer el terreno’ como tanto ostentaba. Decía cosas como éstas:

“No existencia y existencia son uno y lo mismo en su origen; sólo se separan cuando se manifiestan. Esta unidad se denomina profundidad. La infinita profundidad es la fuente de donde se origina todo lo que hay en el Universo”.

Es claro que de repente parecen frasecitas de ebrio o fumado. Sin embargo, es desde la no existencia, es desde la no apariencia desde donde se ve la verdad. Era un pobre aldeano, tipo Diógenes (yo me lo imagino linyera). Él decía que conociendo la guerra se aprende la paz, porque el dolor habita la gloria. Era tan simple y tan contradictorio que los opuestos siempre están juntos:

• Toda acción provoca reacciones
• La violencia es algo que siempre regresa
• Solo espinas y cardos nacen en donde hay un ejército (y por qué no decir que no crece nada, no hay semillas que crezcan en la hostilidad)
• La guerra llama al hambre
• Quien se deleita en la conquista, se deleita en el dolor del corazón humano. (no está bien romper un corazón, deja vu de lo que va a venir)
• Por ésto el hombre sabio actúa sin acción y enseña callando. No se queda en la obra cumplida. Entonces no es conformarse con lo que uno logró, sino buscar la totalidad.

Entonces le digo a quien no entiende qué soy, quién soy le contesto con que soy eso que el Tao define como el cántaro que nunca se llena. El Tao es un recipiente hueco, difícil de colmar. Lo usas y nunca se llena. Jamás se darían cuenta de lo que realmente uno quiere. Tan profundo e insondable es que parece anterior a todas las cosas. Redondea los ángulos, desenreda las marañas, suaviza el resplandor, se adapta al polvo.

Tan hondo parece, y sin embargo siempre está presente, porque es incondicional.

El cielo dura eternamente, la tierra permanece. Eternos y permanentes porque no buscan en sí mismos la razón de su existencia. Por éso perduran. Son como la piedra que eternamente está, existe y se vuelve arena.

Es así que el hombre sabio se coloca en el último lugar y sin embargo es el primero. Porque pone al otro en su corazón, porque es el que cuida al otro. Porque no piensa en sí mismo, por éso sobrevive. Es a causa de su desinterés que su propio interés se realiza.

Es la búsqueda de la naturaleza espontánea. Es la búsqueda constante.

“La suprema bondad procede como el agua. El agua llega a todas las cosas y las favorece, porque no busca el poder.
El agua permanece en los lugares que otros rechazan.
Viviendo halla la alegría de vivir el momento
Sintiendo encuentra el sentimiento, sin corazas ni armaduras
Siendo amigo de todos encuentra la armonía.
Ama la veracidad en sus palabras, en la lealtad de los gestos
Ama el orden y la justicia en el gobierno.
Actúa con justa medida y es oportuno en la acción. Sé medido en el sentir. No dés más de lo que tu corazón pueda dar.
Así, al no haber lucha, no se impone, no existe el daño.”

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