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lunes, 6 de junio de 2011

Y MI REGISTRO DE LECTURA (SE ACEPTA TODO TIPO DE CRITICA!!!)




Empiezo a leer el texto e instantáneamente me encuentro con un fragmento de un acta que ha sido dejado por el autor textual. Me funciona como paratexto, me guía y me ubica temporal y espacialmente. Estoy leyendo un relato ambientado en el contexto del “orden y progreso”, tal como llaman los libros de historia a la época post-Pavón: luego de años de enfrentamiento entre Buenos Aires y la Confederación; vencido Rosas, un nuevo tirano ha aparecido, quizás sea por haberlo vencido en Caseros (quizás sea, porque se identificó con aquél al que tuvo que traicionar) y ese es Urquiza. Lo reconozco porque se nombran una serie de acontecimientos que me llevan a posicionarme del bando de los federales, esos que corrieron tantas veces a Lavalle, Oribe y otros. Esos que en los libros aparecen como “bando” porque así necesitamos entender algunos hechos históricos, desde el posicionamiento de los espacios, marcando a “ese otro”, la historia es un relato que nos obliga a ubicarnos desde alguna perspectiva.

“(…)A nosotros, que lo corrimos a don Juan Manuel y a Oribe y a Lavalle y al manco Paz. A nosotros que estuvimos aquella tarde en Cepeda, cuando el General nos juntó a todos los del Quinto en una lomada y el sol le pegaba de frente, iluminándolo (…)”


No necesito leer mucho más para darme cuenta de que se trata de él. El texto, va dejando tras de sí, marcas para ir armando el rompecabezas de la historia. Me gustaría hablar de la Historia. Pero me parece que en este caso, tal como es en el caso de los relatos históricos, la historia la cuentan los vencidos. “Es necesario recuperar la historia de aquellos golpeados, aquellos silenciados” me digo a mí misma. Y entiendo que eso es lo que hará Vega desde el principio, tratar de contar su historia. Lo hará en medio de un interrogatorio donde será juzgado por ser el autor material de la muerte del General Urquiza, pero lo hará desde su primera persona, ahí, todo símil autobiográfico.

“(…)LO QUE USTEDES no saben es que ya estaba muerto desde antes. Por eso yo quiero contar todo desde el prin¬cipio. Para que no se piense que ando arrepentido de lo que hice. Que una cosa es la tristeza y otra distinta el arrepentimiento. Y lo que hice ya estaba hecho y no fue más que un favor, algo que sólo se hace para aliviar (…)”

“(…)Quién dice que no es de esto de lo que tengo que hablar? Si fue por esto que yo lo hice y por estas cosas entendió el General que no era al hiedo a lo que nosotros le cuerpeamos, la noche aquella, en los Bajos. Lo supo por estas cosas, y porque él, de nosotros, lo sabía todo (…)”

Contando su historia para que nos quede grabada, que las cosas no son como las han contado, como las contaron los “porteños”. (Claro, la historia Mitrista, la escribieron los porteños), lo que pasa es que lo que para algunos es historia, para otros es relato.

“(…)Por eso mienten los porteños cuando dicen que cada uno de los soldados de la Confederación era dueño ele una estancia. Mienten, y yo quiero que usted anote que ellos mienten, para que se sepa. Mienten porque nosotros somos muchos y Entre Ríos no da tierra para todos (…)”

“(…) Por eso los que hablan que tuvimos miedo no saben las cosas, y seguro son porteños. No conocen el orgullo que nos daba ser los mejores (…)”

Para nosotros, los receptores la imagen de los entrerrianos en el agua, nos es grotesca. Animalizados por completo, parte de la tierra, con las patas en el agua y la cabeza asomándose como pescaditos tratando de boquear aire y eso sí, siguiendo al General.

“(…)Y uno lo sentía man¬dando, no porque fuera el General, sino porque tenía un modo de mirar con esos ojos amarillos que va estaba mandando sin decir nada, a pesar de que bailara con nosotros, en el rancherío (…)”


Quizás también sea porque sé que se va a morir. Y algo me pasa cuando leo esta clase de textos, siento que me acerco a la pasión de un héroe. Ya me había ocurrido, allá hace tiempo y lejos cuando leía “Barranca Yaco”, y le decía a Quiroga que no aceptara nada que le ofreciera Rosas. Acá, hoy, me encuentro por un lado compadeciéndome de Urquiza, el entrerriano, el vencedor de Rosas, quien en definitiva se dejó vencer por Buenos Aires. Y como no iba a hacerlo, tenemos a Mitre y su ilustración quien en definitiva termina poniendole la tapa.

(…)Hubo gente que se trenzó para desagraviarlo cuando por allí empezaron a decirlo, especialmente después de lo de Pavón. Castro fue el primero que dejó boqueando a un correntino que había dicho que el General estaba viejo (…)”

“(…) —No, señor. Ninguno de nosotros sabe. Pero se no¬taba. Hasta que vino lo de Pavón, que fue como si bus¬cara humillarnos. Hacernos vadear el río para escapar, medio escondidos y dejarle a los porteños la de ganar sin ni siquiera un apronte (…)”


Hablo por tel, y trato de poner en orden lo que tengo en mi cabeza. Por lo que yo sé, lo que yo estudié sé que Urquiza era federal del litoral, y que frente a la política de Rosas, que era federal de Buenos Aires, este federalismo se oponía fuertemente ya que quería la libre navegación de ríos y apertura de otros puertos. Sé que Urquiza en algunos libros figura como unitario (porque sancionó la constitución, y eso lo hace “más ilustrado” -lo que sería ¿más civilizado?- y a veces es visto como un federal que traiciona a Rosas aprovechando el conflicto de la guerra con el Brasil y el bloqueo anglofrancés para obtener poder y de esta manera, desprestigiar al caudillo de Buenos Aires. Sé que lo vence en Caseros, provocándole humillación que lo hace retirar. Aprendí que luego de este hecho, se sanciona la constitución (pero Buenos Aires no formaría parte de la Constitución, y haría su “rancho aparte”). Entonces, me dejo llevar y pienso que a veces, uno acaba identificándose con aquello que no le gusta, con ese “otro” y entonces pienso que Urquiza se identificó con Rosas. (¿O los libros de historia me hicieron pensar esto?) y entonces, se volvió pendenciero y ya era conocido por haber regado esa ciudad (una graaaan ) Concepción del Uruguay, de donde es famoso por haber tenido miles de hijos. En esta imagen de la negatividad, me aparece una autora que Hayden White que decía algo así como que a la historia hay que deshacerse de ella, para poder re-hacerla (descomponer, para recomponer). Y pienso que el relato de Vega, es una forma de contar un lado de la verdad (lo que el considera verdadero, su acto) para que haya justicia, para que no queden sin castigo los culpables, para aclarar que en definitiva, Urquiza estaba muerto de antes, mucho más muerto de lo que piensan esos a quienes él les habla. Muerto y acabado, sombra de lo que fue y que había sido, imagen desvaneciente. Ya no es el héroe sino simplemente una fuerza de las que habla Greimas en el esquema actancial. Desde el mismo momento en que se vendió, y se dejó seducir por el otro, (Otro) a quien antes quiso él mismito, doblegar:

“(…)Venirnos de escolta por todo el valle para descu¬brir que habíamos escoltado porteños. Lo entendimos citando bajaron en la Plaza, sacudiéndose la ropa como si con eso se pudiera ahuyentar 'el polvo que traían pe¬gado al sudor. Nos enteramos que venían del otro lado del Arroyo del Medio sólo por eso de ver cómo estaban vestidos y no porque el General nos avisara. Después pensamos que él los iba a educar, pero los recibió como si los necesitara, con todo embanderado y por la ventana se veía la luz y la mesa cubierta ele porteños y el Ge¬neral disimularlo en el medio, vestido como ellos (…)”

Sin embargo, no me convenzo. Algo le falta a este texto. Pienso y repienso. Y si bien encuentro los puntos en común, releo y algo me molesta. Me molesta justamente que hay demasiados filtros en los análisis y registros. Porque como Vega, convencida de que está muerto, puedo predicar lo que quiera y lo que desee de la figura histórica del gran traidor. Si, querida Lluvia de Sibilantes, es un gran traidor, la historia lo muestra. La provincia esa se caracteriza por se un gran estanque de traiciones deliberadas o no (recordemos el levantamiento de Lopez Jordan). Los ojos amarillos, son una fiel metonimia de la animalizacion y de la bestialidad que se ve justamente en el momento en que deja que su gente se termine matando para su propio placer y goce. Un entrerriano más:

“En el fondo, ninguno de nosotros sabe de dónde le nacían las ganas de hacer esas cosas que no podían gustarle ni a él. Lo de quedarse con las tierras de las viudas. O querer llevarnos a pelear contra los paraguayos, que nunca nos hicieron nada, y al lado de Mitre. Y eso con los desertores de hacer que los lanceáramos en seco, igual que a indios. Los amontonó en el corral grande y nos hizo formar sobre la avenida, como para una diversión. Los iba largando de a uno y después elegía a cualquiera de nosotros, con la mirada. Nos achicábamos sobre el caballo porque era sucio eso de verlos correr y correr solos y al sol, en medio de la calle, despatarrados por el miedo, cada vez más cerca, igual que si retrocedieran, hasta meterse bajo la panza del caballo. Allí se tiraban al suelo o empezaban a retorcerse y a gritar levantando los brazos como si uno pudiera hacer otra cosa que partirlos de un puntazo”


nota al pie:

1) Habría que retomar la lectura del texto analizando las referencias que se hacen de la “hombría” del General, hay como una admiración y un gran orgullo del narrador, pero si se hiciera un raconto se vería como una cuestión de género, un campo semántico de ser ‘macho’ y esa figura es pregonada por Urquiza. “Padre de todos los entrerrianos”, y un hombre al que no se le puede discutir. La ley? O el que por su ley manda a masacrar a sus propios compañeros.

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