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domingo, 18 de abril de 2010

PRO ASCETISMO

La ascesis (la veleidad de la ascesis) se dirige al otro: fíjese en lo que hace. Es un chantaje, pues se pone enfrente al otro la figura de mi propia desaparición, sino cede (¿a qué?)

Rolandito Barthes (Fragmentos de un discurso amoroso)

Si hay algo ideal en la lectura de los Fragmentos Barthianos, es justamente su calidad fragmentaria. Una de las mejores terapias que hemos practicado junto a un extra con el que salía en épocas del profesorado era la lectura sistemática (como si el pobre Rolando hubiese escrito el I-Ching) y nos enfrascábamos en triviales (y llegaban a ser existenciales) discusiones. En una de ellas, recuerdo que analizamos cuál de las posibilidades eran ideales para expresar la ira. (por dios, qué aparato el muchacho, y qué terrible gansa, la que escribe). En fin, dialécticas aparte, recuerdo que una de mis reacciones fue la de la actuación de la ascesis –de la cual tuve un rapto en estos días-. Entonces, la solución era que ante cada situación que me sobrepasase yo iba a actuar cual Siddharta retirándome del mundo, y yendo a meditar por encima de un monte antes de atacar a mi interlocutor revoleándole una empanada de caprese.

Confieso haber tenido una gran recurrencia a las actitudes ascéticas, sin embargo ellas no aparecen con la intención de hacerme llegar a lo más alto de mi existencia, muy por el contrario, estas actitudes conllevan un rebaje de cuarta a segunda, como para refrescar la reacción (iracundiaaaaa) que pueda venir. O sea, no hay nada de mental, es puramente físico. Así Torrisi, le va a ser complicadita la ascensión a la Rosa Blanca.


Y encima ahora, estoy desvelada. La puta madre que lo parió!

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