Buscar este blog

viernes, 4 de junio de 2010

“¡goza como objeto según mi mandato!”



Estaban el escorpión y la rana a orillas de una laguna. Cansado de estar en el mismo lugar, al escorpión se le ocurre una idea genial...

Escorpión:-Por favor, me ayudas a cruzar?
Rana: -No, porque me vas a picar.
E: -No! porque si hago eso, me muero yo también!
R: -Bueno, te cruzo… ...

A mitad de la laguna ¿Qué sucede? El escorpión pica a la rana! Mientras ambos se ahogan, la rana le reprocha: -¿Por qué me picaste? El escorpión le dice: -Porque es más fuerte que yo, ¡NO PUDE DEJAR DE HACERLO! ES MI NATURALEZA

Lacan dice en Encore que estamos hechos de sustancia gozante: “…el gozar de un cuerpo, un cuerpo que simboliza al Otro, y que acaso consta de algo que permite establecer otra forma de sustancia, la sustancia gozante. ¿No es ésto lo que supone propiamente la experiencia psicoanalítica?: la sustancia del cuerpo, a condición de que se defina sólo por lo que se goza…”
El goce alude a los distintos objetos pulsionales. Como bien sabemos el superyo es el imperativo del goce, sólo se ofrece allí donde el sujeto se deja: “¡goza como objeto según mi mandato!”. Como el torrente irrefrenable, pulsión y goce se van a satisfacer siempre.
El escorpión es presa de una pulsión, algo qu eno puede controlar, que va más allá de su propio control. A su vez, goza con el acto de "ser mortal", interesante es la postura de la rana, quien sabe que terminará lastimada, y sin embargo, no puede dejar de exponerse a ser 'finiquitada' por el escorpión. La pulsión enlazada al deseo implica pérdida de goce y recuperación del goce en la escala invertida de la ley del deseo. La pulsión desenlazada se corresponde con el apremio pulsional. A su vez, tanto la ley social como la ley simbólica vienen a regular el goce. Si no hay ley, hay goce mal enlazado, el superyo manda a gozar y el sujeto se pierde como sujeto del deseo. En esta perspectiva, pensamos que el neurótico “inventa” al Otro, ofreciéndose como objeto (como la rana al escorpión)

¿De qué trata la “naturaleza” del escorpión? ¿Es realmente el asesino malintencionado del relato? Y si así fuera ¿Por qué matar a la rana recién en mitad del río, uniendo al asesinato su suicidio? Es una de las fábulas que más me dejan pensando en lo que es lo "natural" y lo que es "creencia". Luego del porcino, no tengo muchas ganas de creer en la gente, y pienso en la posibilidad de que una pequeña fábula ilustre mi vida...

El escorpión pide a la rana que lo cruce, pues no sabe nadar; es más, le teme al
agua pues es un animal de tierra. La rana le cree y lo sube a sus espaldas. Se inicia el cruce. Imagino al escorpión sobre la rana, muerto de miedo. Totalmente aterrorizado... Más, un poco más. Están en medio del río. Distancia máxima de cada orilla. El peor lugar del río, el más alejado de la costa salvadora. El miedo estalla en el escorpión. Asustado, casi en pánico, reacciona frente al sentirse atacado. Y pica. Y mata. A la vez, muere.

Muere ya que no pudo registrar su miedo. Si le hubiera podido decir a la rana de su temor, ésta podría haberlo calmado, ayudado a atravesar el pico máximo del miedo en mitad del río. Para esto el escorpión tendría que haber registrado que tenía miedo; y saber de sí que al tener miedo, reacciona atacando sin registro del miedo. Saber que cuando va a atacar, en el instante anterior, padece de miedo. Quizá hubiera logrado que en lugar de sentirse atacado, registrara el miedo inhibiendo la acción. Pues esa es la “naturaleza” del escorpión. Teme algo, se siente atacado, y reacciona picando; y sólo tiene conciencia de esto último.

O sea que en lugar de un terrible asesino, la rana está ante un temeroso animal,
poderosamente reactivo.


Si el escorpión pasa a ser fondo, la rana puede ser figura. Rana que no es ingenua, pues sabe de la naturaleza del escorpión. Se niega –inicialmente- a transportarlo. De naturaleza confiada, la rana acepta el argumento del escorpión. La lógica –impecable y a la vez fallida- de la explicación, quita sus dudas. Confía ciegamente, pues sólo de esa manera alguien se pondría un escorpión encima. ¿Y qué enceguece el juicio –insisto, no ingenuo- de la rana?

Por un lado, su posibilidad de confiar ciegamente. Pues una cosa es ser confiado, otra es ser capaz de hacerlo desconociendo la percepción, ceguera mediante. Por otro lado, el argumento que –cual canto de sirenas- lo aparta de su centro, de su sentir temor ante este otro peligroso animal. Otro que –al no ser reconocido como otro, como diferente, con naturaleza distinta,- es creíble como un igual. Anulación de la diferencia, negación de la percepción, confianza ciega indiscriminada. Atravesados sus ojos con el eficaz argumento, será atravesado su cuerpo con el aguijón en medio del río.

Si el escorpión y la rana devienen en fondo, la figura se instala entre ambos. Tenue línea de la desconfianza-confianza. Desconfianza extrema del escorpión, que ante cualquier cosa cerca, ataca, no duda, no vacila; desconfía de todo y reacciona siempre. Confianza de la rana que –desafiando, más bien desestimando su percepción- confía en argumentos que se anularían de sólo mirar. Confianza extrema del escorpión, que sin duda, sin vacilación alguna ataca, confiando absolutamente en su percepción de la realidad, y que ésta es tal cual él la percibe. Desconfianza total de la rana acerca de su percepción, invalidando su registro y sus propios argumentos.

Mmmmiedosa, yo????

No hay comentarios:

Publicar un comentario