
Teseo, que acababa de matar al Minotauro, se disponía a salir del Laberinto siguiendo el hilo que había desovillado cuando oyó pasos y se volvió. Era Ariadna, que venía por el corredor reovillando su hilo.
- Querido- le dijo Ariadna, simulando que no estaba enterada del amorío con la otra, simulando que no advertía el desesperado gesto de “¿Y ahora qué?” de Teseo-, aquí tienes el hilo todo ovilladito otra vez.
Mito-ariadna-laberinto
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