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martes, 4 de mayo de 2010

El desorden llega del orden, la cobardía surge del valor, la debilidad brota de la fuerza.



Interesante trabajo se propone hacer respecto del libro de cabecera. No es que se había clavado un Chow Fan y le quedó el paladar chino, sino que el ataque académico le bloqueó la visual. En el barrio, eso se soluciona simplemente: uno se limpia, se levanta y trata de seguir. En el plano académico, en cambio, el ataque es al profesionalismo de aquella que nunca lo soportó. Es verdad que el error lo cometió ella. Ahora, es necesario establecer una nueva táctica ante la batalla. No se quedó nada conforme con el resultado.

El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando es capaz de atacar, ha de aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca del enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se está cerca. Poner cebos para atraer al enemigo.


Golpear al enemigo cuando está desordenado. Prepararse contra él cuando está seguro en todas partes. Evitarle durante un tiempo cuando es más fuerte. Si tu oponente tiene un temperamento colérico, intenta irritarle. Si es arrogante, trata de fomentar su egoísmo.


Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas.

Hacerte invencible significa conocerte a ti mismo; aguardar para descubrir la vulnerabilidad del adversario significa conocer a los demás.

La invencibilidad está en uno mismo, la vulnerabilidad en el adversario. La invencibilidad es una cuestión de defensa, la vulnerabilidad, una cuestión de ataque.

Los buenos guerreros hacen que los adversarios vengan a ellos, y de ningún modo se
dejan atraer fuera de su fortaleza. Esto significa que cuando los adversarios llegan para atacarte, no luchas con ellos, sino que estableces un cambio estratégico para confundirlos y llenarlos de incertidumbre.

El espionaje es esencial para las operaciones militares

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