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jueves, 20 de octubre de 2011

DESCENSUS AD INFEROS.


Qué es el Viaje del Héroe?

El viaje del héroe es la historia más antigua del mundo. Su estructura básica está entretejida de mitos, cuentos de hadas y leyendas que nos relatan cómo una persona se pone en marcha para dar cumplimiento a la gran tarea, la búsqueda de un tesoro difícil de encontrar. Es la misma historia detrás de todas las historias conocidas, que se ha venido contando hasta el día de hoy en diferentes idiomas y culturas. No ha sido creada ni inventada por nadie, sino que es un mensaje de sabiduría que procede directamente del alma. Podríamos decir que hemos traído este conocimiento con nosotros. Es una historia ejemplar, una parábola del camino que los seres humanos recorremos a lo largo de nuestra vida.

Muchos etnólogos, psicólogos y sociólogos han estudiado este tesoro escondido en nuestros mitos y cuentos de hadas buscando sus raíces. Fue precisamente el psiquitra suizo Carl Jung quien realizó una interpretación muy esclarecedora de este fenómeno en la que nos dice que, los temas comunes a estas tradiciones están conectados con el alma del ser humano. Es decir que no sólo tenemos características externas que nos individualizan, sino que tenemos un universo interior común al que dio en llamar Inconciente colectivo. Este nivel que nos conecta es el de los arquetipos del alma, cuyas imágenes hemos traído con nosostros.

El viaje del héroe es una tradición arquetípica, un conjunto de acciones entretejidas a partir de esas imágenes.

Las mismas cuentan que básicamente a raíz de una pérdida o una misión, el héroe debe llevar a cabo una tarea. Se pone en marcha y, a lo largo del camino, se encuentra con adversarios y con ayudantes o aliados. Logra hacerse con la fórmula mágica y hace frente a su oponente, venciéndolo, aunque es frecuentemente marcado en ese proceso. Una vez que consigue lo que busca, deshaciéndose de sus perseguidores o adversarios, toma el camino de regreso a casa. Finalmente hay una boda y una ascensión al trono.

El sentido del viaje

En este sentido podemos observar que todas las grandes tradiciones, las antiguas literaturas, las mitologías y las religiones han tratado el tema del viaje. El viaje ha forjado héroes y heroínas desde tiempos inmemoriales. Estos viajes han sido considerados como viajes iniciáticos, es decir que acarrean una transformación y un aprendizaje para quien los realiza. La persona es iniciada en el uso de potenciales interirores que no sabía que tenía.
Algunos de ellos han sido realmente famosos en la historia: Gilgamesh, el héroe de la epopeya sumeria, que emprende un viaje en busca de la planta que le dará la inmortalidad. Jasón, que lideró a los argonautas en busca del vellocino de oro. Moisés, quien dirigió el éxodo del pueblo hebreo hacia la tierra prometida. Eneas, que encabezó el exilio depués de la caída de Troya. Odiseo, que emprende un viaje de regreso al hogar, al amor (esposa) y a la familia.
Hay otros héroes como Marco Polo o Colón o Erick el Rojo, quienes fueron en busca de otras tierras. Hay viajes netamente simbólicos como los que hicieron Hércules, el mismo Odiseo o Dante, cuando descendieron al infierno. O como Jonás y Moví Dick, el viaje al vientre de la ballena.
Hay viajeros a través del tiempo y del espacio, o a tiempos y espacios diferentes, como los personajes de Julio Verne, Ray Bradbury o J. R. Tolkien. También viajes como el del protagonista del cuento de Alejo Carpentier "Viaje a la semilla" donde Don Marcial vuelve a su nacimiento.

El Viaje como símbolo

Eduardo Cirlot nos dice. “… desde el punto de vista espiritual, el viaje no es nunca la mera traslación en el espacio, sino la tensión de búsqueda y de cambio que determina el movimiento y la experiencia que se deriva del mismo. En consecuencia estudiar, investigar, buscar, vivir intensamante lo nuevo y profundo son modalidades de viajar o, si se quiere, equivalentes espirituales del viaje. Los héroes son siempre viajeros, es decir, inquietos. El viajar es una imagen de aspiración, dice Jung, del anhelo nunca saciado, que en parte alguna encuentra su objeto. Señala luego que ese objeto es el hallazgo de la madre perdida. Pero el verdadero viaje no es nunca una huida ni un sometimiento, es evolución. Viajar es buscar. Así en general diríamos que el viaje a los infiernos simboliza el descenso al inconciente, la toma de conciencia de todas las posibilidades del ser. En cambio el viaje al interior de la tierra es el retorno al seno de la madre…”.

La función del mito y el rol del héroe

Los mitos se refieren siempre al desarrollo del alma, al pathos que acompaña el viaje del alma heroica mientras viaja desde formas obsoletas de la existencia hacia los nuevos estadios de conciencia.
Los mitos del héroe de cualquier cultura o individuo nos dicen qué atributos son percibidos como lo bueno, lo bello, lo verdadero (ideal platónico) y, por consiguiente, nos enseñan valores deseables culturalmente. Todos estos valores y modelos cambian con el tiempo y la cultura.
Los héroes emergen siempre en épocas de muerte: de la identidad, de las formas sociales, de las religiones ortodoxas, de gobiernos, economías, psicologías, relaciones.
Al contestar el llamado de lo eterno, los héroes descubren el coraje de soportar las gestaciones, crecimientos, y traumas necesarios para un nuevo nacimiento. De manera que en la sociedad ellos sirven como parteras para el continuum de nacimientos necesarios para redimir a la época y a la sociedad en que viven y llevarlos al siguiente nivel de evolución. Establecen los nuevos parámetros y records a alcanzar.

Redefinición del heroísmo

Otro punto importante es que cuando la psique humana necesita evolucionar tiene que dar paso a la integración de la sombra (Jung). Por eso desde el punto de vista iniciático no hay viaje heroico, no hay camino del héroe si no hay encuentro con la sombra, descenso al infierno, confrontación con las fuerzas de la oscuridad.
Dado que la meta del viaje es la totalidad, veremos que cuando hablamos del héroe no sólo nos referimos al guerrero, si no que el héroe sufre un proceso iniciático, es decir de transformación, a lo largo del viaje. Entonces un mismo héroe y, al igual nosotros, puede ser a la vez el huérfano, el vagabundo, el guerrero, el mártir o el mago. Por ejemplo: Odiseo.
Hoy el mundo evoluciona hacia el arquetipo del Mago, un hombre que puede sanarse a sí mismo.
El viaje del héroe es siempre circular, o deberíamos decir, espiral y se produce muchas veces a lo largo de la vida.
Este esquema pone a funcionar las distintas etapas del viaje, considerando que cada una es también un nivel de la conciencia, y por lo tanto un arquetipo que el héroe necesita incorporar, actuar, dominar. Esto mismo puede ser aplicado a las diferentes situaciones de nuestra vida cotidiana. Asimismo cada arquetipo tiene una tarea que desarrollar y vive esa tarea como la meta de su vida.

Cada individuo traza su propio y singular itinerario atravesando estas etapas. Carol Pearson nos dice: “… Los héroes emprenden viajes, enfrentan dragones y descubren el tesoro de su propia identidad….”

El crecimiento como una espiral ascendente

Carol Pearson ilustra la típica progresión del héroe como el cono de una espiral tridimensional, en la que es posible avanzar aunque muchas veces nos movamos en círculos hacia atrás. Cada etapa tiene su propia lección para impartirnos, y nos reencontramos con situaciones que nos revierten a etapas previas, de modo que podamos aprender y rever las lecciones en nuevos niveles de complejidad intelectual y emocional y con mayor sutileza. (Numerológicamente cada 9 años atravesamos por el mismo estadio).
La virtud que el mago suma a todos ellos es la habilidad para reconocer y recibir la abundancia del universo. A medida que el ciclo se expande, el Mago adquiere lo que el huérfano añora: el retorno al edén perdido, primero en el nivel personal y después en el cósmico. Pero en lugar de experimentar la abundancia desde una posición dependiente e infantil, el mago entra al jardín basándose en el principio de interdependencia con los demás, con la Naturaleza, con Dios. Así, la última lección que aprende el héroe es la de la felicidad. Como Magos los héroes aprenden que nada esencial se pierde. La necesidad de emprender el viaje es innata a nuestra especie.
Para realizar este viaje el héroe lleva a cabo un proceso de transformación donde va muriendo a determinados estadios para nacer a otros. A este proceso lo llamamos iniciático porque el héroe o heroína va siendo iniciado en disciplinas y conocimientos o potencias o uso de las propias potencialidades de su psique. Este modelo es arquetípico y común en la mayoría de las culturas.




Culturas y tradiciones religiosas de todo el planeta cuentan entre sus relatos más sagrados con la descripción de hombres, héroes y dioses que desafían el peligro y deciden adentrarse en los horribles dominios de la muerte. A la luz de la antropología, su aventura constituye un auténtico viaje iniciático de cuyo éxito depende la obtención de dones y poderes especiales o, incluso, una ansiada resurrección.
Hades, Kur, Duat, Gehenna, Infierno… El temible lugar al que viajan las almas de los difuntos tras la muerte ha ido cambiando de nombre a lo largo de la Historia, pero en todas las culturas y épocas su simple mención ha despertado un temor indescriptible. Pero a pesar del miedo atávico que infundían los dominios de la muerte –o precisamente por eso mismo–, los relatos mitológicos, religiosos y literarios de todo el planeta coinciden en presentarnos una larga lista de personajes (héroes, dioses o “simples” mortales) que osaron descender a las profundidades infernales, se enfrentaron a innumerables y terribles peligros y regresaron victoriosos (en su mayoría) al plano terrenal. Este descenso a los infiernos se conoce como catábasis (y el posterior ascenso anábasis), y suele estar relacionado con un mensaje religioso y mítico de resurrección.

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