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miércoles, 26 de octubre de 2011

verborragias




Una vez hablando de nosotros, el otro me dijo: "una relacion de amistad"; esta palabra me fue desagradable: venia de fuera, dibujando la relacion bajo margenes ilusorios. Uno no desea a su amigo, ni le quiere hacer cosas ni necesita tenerlo para "tocarlo" los amigos no se andan tocando todo el tiempo salvo que estemos frente al tema de los androginos del Banquete de Platon.

A menudo es por el lenguaje que el otro se altera: una palabra diferente y yo escucho zumbar de una manera amenazante todo otro mundo, que es el mundo del otro. Dicen que tengo problemas de interpretacion pero yo creo que en realidad interpreto fielmente los signos. En esto soy Lonrot, leo lo que me dejan para leer, si a mi me dicen "no me acoses" "comprate un perro o buscate un novio" o "estas desubicada llorando por telefono" entonces me doy cuenta de que debo hacer el paso al costado y seguir adelante. Recalcular no es una posibilidad. Mucho menos mirar atras. La persona, el otro se ha vuelto una estatua de sal. Como saliendo de Sodoma y Gomorra corro hacia adelante con la ligereza de quien no arrastra nada, salvo a mi misma. Y alli entonces decido no pestaniar mas, porque si miro para atras, instantaneamente yo quedare petrificada y enroscada en un lenguaje en que la quimica de las palabras opera de una violenta alteracion: el otro fue mantenido largo tiempo en el capullo de mi propio discurso, y cuando da a entender una palabra que no se le escapa, sino que QUIERE EXPRESAR, se que tiene miles de otros lenguajes a los que puede recurrir y sin embargo elige palabras poco felices para lograr el efecto deseado. El arte retorico sabemos que consiste en conmover y deleitar, pero tambien consiste en movilizar. Gracias a esas palabras yo corro con el viento a favor. No soy una computadora que procesa el lenguaje y lo interpreta a "su" manera. Interpreto lo que me dicen que interprete las palabras que me estan pronunciando, pues si alguien dice "Me das pena, sos tan cerrada" entonces la forma de mi respuesta es el sometimiento del otro a un deseo. Se rompe la armonia en el, ya no es a mis ojos un deseo acabado, nombrado, planteado, bien dirigido. Es un deseo naciente: borrar al otro es bloquearlo de la memoria. Ya no es quien fue ni quien dijo ser. La "efervescencia de cabeza" de la que hablo Sartre se hace irrisoria, nunca antes vi a una persona que pueda lanzar tanto por la boca y luego des-hacer el lenguaje por un gesto o una linea. Sonrio y sigo leyendo. Empieza el periodo de cicatrizacion de heridas.

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